Washington confirmó el despliegue de tres destructores de guerra en el Caribe, cerca de Venezuela, una medida que incrementa la tensión regional y abre un nuevo capítulo en la estrategia de seguridad de Estados Unidos. Las naves enviadas son el USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, todos pertenecientes a la poderosa clase Arleigh Burke, considerada una de las más avanzadas de la Marina estadounidense.
El anuncio coincide con las acusaciones de Washington contra Nicolás Maduro y Diosdado Cabello por narcotráfico y terrorismo, casos por los que se han ofrecido recompensas millonarias, incluida la captura del mandatario venezolano, valorada en 50 millones de dólares. El despliegue responde a la política de seguridad impulsada por el expresidente Donald Trump, que ordenó al Pentágono intensificar operaciones marítimas y terrestres contra organizaciones criminales internacionales.
Los destructores Arleigh Burke: columna vertebral de la flota naval
Estas naves multimisión destacan por su velocidad (más de 30 nudos), su poder de fuego y sistemas avanzados de defensa. Entre sus principales capacidades se encuentran:
- Sistema de combate Aegis con radar de última generación.
- Misiles Tomahawk para ataques de largo alcance.
- Misiles Standard (SM-2, SM-3, SM-6) para defensa aérea y antimisiles.
- Cañón naval Mark 45 de 127 mm y sistema Phalanx CIWS de protección cercana.
- Misiles antisubmarinos ASROC y capacidad para operar helicópteros.
Gracias a estas características, los Arleigh Burke pueden actuar de forma independiente o integrados en Grupos de Ataque de Portaaviones.
Mensaje político hacia Caracas
Aunque la medida no implica una declaración de guerra, sí es interpretada como una advertencia directa al régimen de Maduro. El despliegue busca disuadir amenazas en la región y fortalecer la presión sobre el gobierno venezolano, acusado de liderar el denominado “Cartel de los Soles”.
Además de los tres destructores, la operación incluye al grupo anfibio del USS Iwo Jima, el submarino USS San Antonio, el buque USS Fort Lauderdale, aviones espía P-8 Poseidón y más de 4.000 efectivos en misiones de respuesta rápida.