En los primeros siete meses de 2025, más de 12.000 personas han sido reportadas como desaparecidas en Perú, de acuerdo con las cifras oficiales. De este total, el 57,68% son mujeres y el 52,02% son niños, niñas y adolescentes. La buena noticia es que 6.463 personas han sido localizadas, de las cuales 3.789 son mujeres y 3.419 son menores de edad. Sin embargo, aún persisten 3.348 mujeres y 3.018 menores que siguen sin ser ubicados. Lima, Cusco y Arequipa son las regiones con mayores índices de desapariciones.
Uno de los casos que refleja esta angustiante situación es el de Carlos Alberto Tovar Benjumea, quien desapareció el 30 de enero de 2025. Su hermano, Camilo, ha recorrido varios países en su desesperada búsqueda. “Siete meses sin noticias suyas. La angustia pasa a desesperación. Confío en que lo encontraremos”, comenta con esperanza. Este es solo uno de los miles de casos que ocurren cada año en el país, dejando a muchas familias en una incertidumbre constante.
Liz Meléndez, directora del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, resalta el desinterés del Estado frente a esta crisis. A pesar de las iniciativas como “Búscalas, no estamos todas”, que busca mejorar el sistema de búsqueda de mujeres desaparecidas, la situación sigue siendo alarmante. La falta de una base de datos única entre las diversas instituciones y la escasa difusión de alertas como la Amber contribuyen a la lentitud en la resolución de estos casos.
Cada día desaparecen un promedio de 51 personas en Perú. Las estadísticas muestran que las mujeres, especialmente las jóvenes, son las más vulnerables. Según los expertos, las desapariciones de menores de edad están vinculadas a casos de violencia sexual, trata de personas y, en algunos casos, feminicidios. En este contexto, es urgente una revalorización de las políticas de seguridad y el fortalecimiento de las comisarías, que deben ser preparadas para tratar estos casos como delitos graves.
En resumen, la desaparición de personas en Perú no es solo una cifra, sino una tragedia humana que afecta a miles de familias cada año. Es necesario un enfoque más integral y urgente para abordar esta crisis social.